miércoles, 26 de enero de 2011

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¿Qué es lo que me pasa? 
Releyendo viejos escritos, me sorprendió la forma tan drástica en que dejé de escribir. 
Será que suelo canalizar mis tristezas a través de la escritura, e inserto mi dolor en las palabras para poder deshacerme un poco de algunos de vacíos. Pero no es una excusa válida como para abandonar uno de los placeres que tiene el ser humano: expresarse.


Tenemos cinco dichosos sentidos que muchas veces no sabemos aprovechar.
Miramos sin mirar, no nos detenemos a mirar las pequeñas maravillas diarias. Miramos todo desde una perspectiva capitalista con un deseo de poder. Pensamos que todo pasa por los ojos, seleccionando lo que nos agrada y lo que no, como si fuéramos dueños de tal decisión. Mientras que en realidad somos esclavos de lo que nos imponen los ojos. Estamos ciegos ante un mar de oportunidades. Relojeamos de vez en cuando lo que no nos interesa, y nos concentramos específicamente en lo material. 
Podemos tocar. Percibimos todo desde nuestras extremidades. ¡Qué bueno sería percibir realmente lo que nos rodea sin detenernos en el envoltorio, y sentir únicamente el contenido! 
Hay fragancias, olores, que nos remiten a situaciones,  y algunas abren un portal en la mente, derribando todo tipo de barrera que se encuentre en el espacio de los prejuicios. Otros, nos hacen volar, aterrizar y volver a empezar... 
Tenemos el dichoso don de poder hablar, poder expresarnos directamente con el que esta a nuestro lado. Podemos conversar, discutir y hasta amar a través de las palabras habladas. Poseemos un lujo: comunicarnos  directamente, sin ningún tipo de barricada que nos impida expresar lo que nos sucede. Únicamente, tenemos que aprender a decir lo que pensamos, utilizar las palabras justas y necesarias (esto muchas veces es lo más difícil)
El gusto: el sabor de lo real. Poder sentir a través de los labios, poder acariciar con ellos para poder volar, una vez más. 
El último, pero no menos importante y el más complicado: saber escuchar. Muchas veces nos ahogamos en nuestras propias palabras, sin darle un lugar cómodo a la opinión ajena. Nos encanta explayar nuestros ideales, pero nos cuesta respetar los ajenos... Aprender a tolerar a través de los sonidos, entendiendo que en este mundo hay diversidades, y  saber a convivir en paz con ellas.


Algunos, tienen la dicha de poseer estas cinco maravillas. Pero lamentablemente, no todos tenemos este lujo. 
¿Será que las personas que perdieron, o nacieron sin ese sentido, ven, sienten, escuchan, dicen, huelen, distinto? ¿Puede ser que a la falta de algo, se agudice otro sentido, y éste sea mucho más potente y profundo?
Como nacemos con ellos, no somos conscientes del valor que tienen... Pero cuando algo nos falta, y sabemos de la existencia del mismo, lo deseamos.
¿Por qué somos tan complicados?
Creo que algunos ciegos ven mucho mejor que cualquiera que tenga los ojos abiertos...