viernes, 30 de diciembre de 2011

QUE NUNCA SE REPITA LA MASACRE DEL 30-12-2004


El olvido es el disparo a la conciencia, la memoria es el final de la inocencia. Soplen fuerte para generar un viento, que no deje que se eclipsen los recuerdos... Traigo leña para que no muera un fuego! que no quiere contemplarnos como ciegos. Porque nunca se nos va a curar la herida, de haber visto como se les iba la vida.
No omitamos que esa noche de Diciembre, almas púberes en busca de la gloria, se encontraban cara a cara con la muerte, a raíz de una vorágine traidora! Que les devuelvan las sonrisas espontaneas, que ellos a cambio pueden dar su esceptisismo, que es aquel que ha de surgir de la desgracia, de sentirse unos ingenuos desprotejidos. Y Que el futuro sólo sea lo que viene, y no aquel karma que a mi pánico entretiene.
Por las noches en la cama no están solos, pues la culpa es inquilina en sus entrañas. CUANDO EN REALIDAD LOS DUEÑOS DE ESTE DOLOR, SON POLÍTICOS DE LA PEOR CALAÑA! Pareciera que no ha servido de nada, sólo hay padres que no pierden la esperanza! De acabar con la impunidad que es promotora, de una rabia que no da misericordia.
Que lo escuchen los que creen que en su vida nunca pagarán los costos que le implican! Que se olviden de su intrépida malicia. Y QUE NUNCA, QUE NUNCA SE REPITA! QUE NUNCA, PERO NUNCA SE REPITA!!!

empaparme--

Acariciando a la tempestad, mis ojos se nublaron de posibilidades y decidieron tumbarse en el olvido. Mis huesos ya no querían reaccionar, y mi razón se había tomado el tren de ida, para no volver.
¿Resignación? ¿Indignación? ¿Impotencia?
Cada palabra es un puñal, y la sangre tan espesa, fría, y sin pudor, recorre mis heridas. No quiero encontrar ninguna mirada con gusto a resaca, no necesito buscar lo que perdí. No lo necesito.
El cruel, maldito, y doloroso porvenir se divisa en un espejo partido a la mitad.

Y mi realidad se amolda a que mis pies desnudos caminen por esta montaña de contradicciones, a buscar un libro, y a hundirme en alguna historia que no se asemeje a la mía. Para volar a otro lugar, ya que es una necesidad.

martes, 20 de diciembre de 2011

Anne

''Me consta que sé escribir, y yo misma soy mi mejor crítico, y el más duro. Yo misma sé lo que está bien escrito, y lo que no. Quienes no escriben no saben lo bonito que es escribir. Antes siempre me lamentaba por no saber dibujar, pero ahora estoy más que contenta de que al menos sé escribir. Y si llego a no tener talento para escribir en los periódicos o para escribir libros, pues bien, siempre me queda la opción de escribir para mí misma. Pero quiero progresar; no puedo imaginarme que tuviera que vivir como mamá, la señora Van Daan y todas esas mujeres que hacen sus tares y que más tarde todo el mundo olvidará. Aparte de un marido e hijos, necesito otra cosa a la que dedicarme. No quiero haber vivido para nada, como la mayoría de las personas. Quiero ser de utilidad y alegría para los que viven a mi alrededor, aún sin conocerme. ¡Quiero seguir viviendo, aun después de muerta! Y por eso le agradezco tanto a Dios que me haya dado desde que nací la oportunidad de instruirme y de escribir, osea, de expresar todo lo que llevo dentro de mí.
Cuando escribo se me pasa todo, mis penas, desaparecen, mi valentía, revive. Peor entonces surge la gran pregunta: ¿podré escribir algo grande algún día? ¿Llegaré algún día a ser periodista y escritora?
¡Espero que sí, ay, pero tanto que sí! Porque al escribir puedo plasmarlo todo: mis ideas, mis ideales y mis fantasías.''
Ana Frank.


Cuando leí por primera vez ese libro a los 11 años (sí, 11 años) quede anonadada, la perseverancia, el poder de convicción y la pasión que inundaban a los valores de esta pequeña niña me impresionaron a tal punto de releer sus escritos hasta el día de hoy.
¡Me siento tan identificada! Puede que ella sea la que me incitó para volcar en el papel mis fantasías y nostalgias.
Qué poderosos son los deseos, que por más irreales que parezcan, se pueden cumplir. A pesar del hambre, el frío, la corrupción, la desgracia y el dolor que tuvo que sentir con sus escasos 15 años, pudo seguir viviendo después de muerta. Porque sigue viviendo, está vigente en la memoria de todos sus apasionados lectores que la recuerdan (como yo) día a día.
Y vaya, Ana, no llegaste a ser periodista porque la injusticia no te lo permitió. Pero fuiste una gran escritora, ya que tu diario recorrió el mundo y acarició corazones.
Uno de los lugares que me gustaría visitar antes de morir, sería la Casa de Atrás y observar tu estatua. ¡Te admiro tanto! Puede que te admire desde el momento en que llegaste a mis oídos.
Ahora, a seguir tus pasos, a seguir cultivandome intelectualmente para poder lograr todo lo que quiero.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Cosas que me gustan

1- El olor al café por la mañana.
2- Las cajas de té.
3- El reflejo de la luna en el río las noches de verano.
4- Las tostadas con café con leche.
5- El olor a un libro nuevo.
6- Mirar con detenimiento las casas de los ancianos.
7- Sentarme en el pasto y mirar el cielo.
8- Soñar.
9- El humo cuando sale de mi boca y las formas que puede llegar a realizar.
10- Cuando el viento choca contra mi cara y me siento viva.
11- Leer.
12- Escribir.
13- Aprender.
14- Reírme hasta que me duela la panza.
15- La espuma cuando las olas chocan con la arena.
16- Conocer gente nueva.
17- Recordar.
18- Mirar el paisaje que muestra la ruta.
19- Viajar.
20- Mirar películas y soñar con protagonizar alguna de ellas.
21- Volar.
22- La música.
23- Pintar mientras escucho Seru Giran
24- Fumar porro.
25- Besar y abrazar.
26- Sentir.
27- Sonreír por placer.
28- Llorar para degustar más de la risa.


Otro día sigo.

Filosofando con Alicia en el País de las Maravillas


De repente se acercaron a la puerta y golpearon fuertemente. Esperaba encontrarme con una persona grande y fuerte. Pero delante de la puerta sólo había una niña con vestidos de flores y el pelo largo y rubio. En la mano llevaba dos botellas, una roja y otra azul.
-Hola- dije- ¿Quién sos?
-Soy Alicia- dijo la niña, e hizo tímidamente una reverencia- del País de las Maravillas.
- ¿El País de las Maravillas?- interrogué.
- Sí, el País de las Maravillas es un país sin límites. Esto significa que esta en todas partes.
- ¿Y qué te trae por acá?- pregunté.
- He venido a darte a tí, Sofía, estas botellas filosóficas.
Me entregó las botellas, eran de cristal transparente, pero en una había un líquido rojo, y en la otra un líquido azul. En la botella roja había un cartel que decía 'BÉBEME', y en la azul otro que decía 'BÉBEME A MÍ TAMBIÉN'.
En ese instante pasó corriendo un conejo blanco, erguido sobre las patas traseras y vestido con chaleco y chaqueta. Se paró justo delante de nosotras dos y sacó del chaleco un reloj de bolsillo y dijo 'Ay, ay, voy a llegar tarde'
Y continuó la carrera. Alicia le siguió, pero antes hizo otra reverencia y me dijo:
-Ahora empieza de nuevo.
Desapareció bruscamente, y me quedé mirando las botellas. 'BÉBEME' y 'BÉBEME A MI TAMBIÉN', no sabía si atreverme. Quizás era veneno.
Pensé que todo lo que proviene de la fantasía es conciencia, zumo de pensamiento.
Desenrosqué el tapón de la botella roja y me la acerqué con cuidado a la boca. El zumo sabía dulce y algo extraño, pero eso era lo de menos. Al mismo tiempo comenzó a sucederme algo con todo lo que había a mi alrededor.
Fue como si el río, los árboles y las flores comenzaban a extenderse. Pronto pareció que todo lo que veía era una sola persona, y esa persona era yo, Sofía.
Qué raro, veía todo como antes, pero era como si todo estuviera conectado. Tenía la fuerte sensación de que todo era una sola conciencia.
Entonces, desenrosqué la tapa de la botella azul y bebí un gran trago. Este zumo sabía un poco más refrescante y más ácido que el rojo. También ahora tuvo lugar un rápido cambio en todo lo que había a mi alrededor.
En el transcurso de un segundo, desapareció el efecto de la bebida roja, de manera que las cosas volvieron a su antiguo lugar. Los árboles volvieron a ser árboles, y el agua volvió a parecer un río.
Pero esto sólo duro un instante, porque ahora todo lo que yo podía ver, se estaba separando. Los árboles no eran un conjunto, sino que cada arbolito aparecía como un mundo aparte; cada ramita era como un pequeño cuento sobre el que se podrían contar mil cuentos.
El pequeño río se había transformado en una inmensidad, no en anchura o profundidad, sino que en detalles resplandecientes y sutiles sinuosidades. Yo, Sofía, entendí que podía haber empleado toda una vida sólo en contemplar este agua, e incluso cuando la vida un día llegara a su fin, el agua seguiría siendo un misterio inescrutable.
Posé la mirada sobre la copa de un árbol donde tres pequeños gorriones estaban ocupados en un extraño juego. De alguna manera sabía que los pajaritos estaban en este árbol incluso cuando miré a mi alrededor después de haber bebido las botellas rojas. La botella roja había borrado todos los contrastes, y todas las diferencias individuales.
Me incliné sobre la hierba. Descubrí un nuevo mundo, más o menos cuando uno bucea a mucha profundidad y abre los ojos debajo del agua por primera vez. En el musgo, entre las hierbas y pajas, pululaba un sinfín de detalles vivos. Vi a una araña que lentamente y a su aire buscaba su camino por el musgo... un gusanito rojo que subía y bajaba a toda prisa por una paja... y todo un pequeño ejército de hormigas trabajando la hierba. Pero incluso, cada una de las hormigas, levantaba las patas a su manera.
Creo que nunca llegaré a entender lo que es ser otra persona, porque no hay ninguna persona en todo el mundo que sea idéntica a otra.
Todo es un universo entero de maravillosos cuentos.

martes, 6 de diciembre de 2011

Van a dolerme (a veces) las muelas, hombres y olvidos.

mÚsiCa

Mientras haya música habrá armonías para devolvernos la tranquilidad. Habrá paz y sueños para regatear. Habrá vuelos y anhelos, dolores y sentimientos agraciados. Habrá euforia y danzas. Los cuerpos se podrán unir sin prejuicios, para poder degustar cada melodía sin la compañía de la soledad, que enceguece y deteriora.

¡La música lo es todo! Te transporta hacia el abismo del ayer, te recuerda el hoy, y te prefija el mañana. Te deja huellas, marcas inalterables y eternas que se encuentran selladas en nuestra memoria. Despierta a los sentidos, renueva las sonrisas. ¡La música lo es todo!

Cuando esta se acaba, te deja con ganas de más. Invita a tu imaginación a delirar, y le sugiere que añore a los últimos acordes para idealizarlos y transformarlos en una piedra filosofal que no sabe de tiempo ni espacio.

La música termina, y las luces se encienden. La oscuridad retorna a su frívolo hogar y la belleza a veces, empieza a dudar. Son tristes los finales, y cuando las notas musicales concluyeron su viaje... nuestros labios se secan y lo que comenzó, ya terminó.
Todo es más triste, y la realidad se convierte en un recuerdo.
Pero mientras no se extingan los recuerdos y la música, la vida seguirá persistiendo. Y cuando estos divisen un punto final, todo acabará.


Porque sin música no hay vida. Y mientras exista la vida, una melodía existirá para avivar los corazones y acompañar a las almas.