¡La música lo es todo! Te transporta hacia el abismo del ayer, te recuerda el hoy, y te prefija el mañana. Te deja huellas, marcas inalterables y eternas que se encuentran selladas en nuestra memoria. Despierta a los sentidos, renueva las sonrisas. ¡La música lo es todo!
Cuando esta se acaba, te deja con ganas de más. Invita a tu imaginación a delirar, y le sugiere que añore a los últimos acordes para idealizarlos y transformarlos en una piedra filosofal que no sabe de tiempo ni espacio.
La música termina, y las luces se encienden. La oscuridad retorna a su frívolo hogar y la belleza a veces, empieza a dudar. Son tristes los finales, y cuando las notas musicales concluyeron su viaje... nuestros labios se secan y lo que comenzó, ya terminó.
Todo es más triste, y la realidad se convierte en un recuerdo.
Pero mientras no se extingan los recuerdos y la música, la vida seguirá persistiendo. Y cuando estos divisen un punto final, todo acabará.
Porque sin música no hay vida. Y mientras exista la vida, una melodía existirá para avivar los corazones y acompañar a las almas.
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