jueves, 24 de noviembre de 2011

m2

Con tropiezo y frialdad subí los escalones restantes y me conduje sin mucho entusiasmo a colocar las monedas para poder viajar... Sin imaginar que sería un viaje fugaz y eterno, un tanto inesperado y colmado de adrenalina.
Cuando mis inquietos ojos buscaban desesperadamente un asiento para abalanzarse sobre el, encontré a los tuyos entre tanta soledad.
¿Cómo no iba a reconocerlos? Verdes marihuana, lubricados de intriga, grandes, despistados y transformadores. Tu mirada encuentra a mis secretos perdidos, ordena al descontento interior que poseo, y me dota de racionalidad para enviarme a la demencia...
Tus pupilas decidieron adueñarse de las mías, y el silencio se acomodaba en el momento para robarse a las palabras. Así estas eran emitidas con delicadeza y nostalgia por un canal superior al real, por un camino más largo pero efectivo... por la vía de los sentidos.
Tu pasión se encontraba intacta, tu locura se había agudizado, y definitivamente nuestro amor fue un bosquejo.
¿Cómo pudimos haber renunciado a esas emociones tan puras? A ese laberinto sin salida, en el cual nos perdíamos y nos volvíamos a encontrar para entrelazarnos y volvernos a perder..
Nuestro fin fue provisorio hasta esa instancia, en la cual las dudas se convirtieron en humo, y le dimos una última pitada a la flor que habíamos creado, y mutilado.
Con desconcierto aterrizamos sin previo aviso a la realidad tan poco anhelada. Y retornamos a nuestro ser, del que nunca nos tendríamos que haber despegado...

Mis ojos retornaron hacia el lugar vacío y miraron a mi soledad tan cotidiana.
Los tuyos se perdieron en el tiempo para no volver jamás, jamás...

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