viernes, 5 de agosto de 2011

Mi primera obsesión.

Recuerdo aquella mañana del 99 como si fuera la de hoy. Yo me encontraba en la sala de pre-escolar, ésta se ubicaba en la parte derecha de la entrada central del Colegio. Era grande, luminosa, con diversas mesas y sillas de tamaño prudencial para niños de 5 años.
Yo estaba con mi guardapolvos color azul, con mi nombre inscripto en su parte delantera, tenía una mano encima de la otra, y en ellas ubicaba mi rostro. Intentaba dormir ya que era la hora del día que se destinaba a descansar. Como es de esperar, a ningún infante le gusta dormir, y más cuando a su alrededor se encuentran chicos de edad similar, con juguetes y demás distracciones.
En frente mío se encontraba él, rubio, de bucles perfectamente ondulados, ojos color miel, y una suntuosidad extravagante para los años que cargaba a cuestas. Recuerdo que era hincha de un club de fútbol, el mismo que la señorita, por tal motivo, siempre charlaban cuando ésta se encontraba distendida en su escritorio.
Me acuerdo que nuestras miradas se cruzaron eternamente, como sus ojos se clavaron en los míos para hacerme sentir importante, casi única. Mi corazón latió más fuerte de lo normal, y en mi panza hubo una revolución considerable. Era todo tan extraño para mí.
Sus labios se despegaron para mostrar sus minúsculos dientes, y con una voz infantil pronunció unas palabras que ojala, nunca olvide. Con su pequeña inocencia y sus aires de galán me dijo:
-¿Querés ser mi novia?
No sabía que responder, no sabía exactamente lo que era ser la novia de una persona. Había escuchado que mi señorita tenía un novio, al que veía con frecuencia, y nosotros siempre preguntábamos por él.
Lo perdida que me encontraba hicieron que el impulso tomara el control de mi acciones. Le respondí asustada y emocionada un real y preciso 'Bueno'. Me sonrió. Y no recuerdo que más sucedió en lo que restaba del día, sé que sonreí y me mostré con cierta superioridad hacia mis compañeras, pues yo tenía novio, ellas no.
Cuando llegué a mi casa, que en ese entonces vivía en un edificio, mi llegada fue como una revolución, una fuerte tormenta que arrasó con la morada. Mis gritos fueron de emoción y alegría 'Mamá, mamá, tengo novio!', 'Barbi, tengo novio! Se llama Facundo Fiorito' 'Viole, Viole.. tengo novio' 'Papa, tengo novio!', y seguramente a mi hermanito, que mucho no entendía del asunto ya que poseía unos escasos tres años, le habré contado. Cuando mi noticia ya fue primicia en mi casa, me dirigí a los departamentos vecinos, anunciando mi triunfante y victoriosa crónica.
Mi felicidad duro hasta que mis hijos me llamaron para que los atendiera, tenía que darle de comer a Celeste, y pintarme para hacer la obra cotidiana en la cual actuaba en el famoso palier del piso, junto con mis amigas. El ritual consistía en disfrazarnos, maquillarnos, e invitar a todos los niños del edificio para que acudieran a nuestra exitosa función.
Al día siguiente recuerdo que guardé un lugar para él, mi novio, en una mesa apartada a las demás. Lo esperaba con ansias, pero no llegaba. Dudaba que faltara, no era de aquellos que solían ausentarse a clases... Hasta que apareció, puedo asegurar que al verlo a través de la puerta, mi corazón se aceleró. Lo mire profundamente, vi como saludaba a los demás compañeros, y como sutilmente se acomodaba en otra mesa, en otra silla, distinta a la que yo había reservado para él.
Mi corazón se partió, me sentí una idiota, una pequeña ilusa que se había creído el cuento de los novios. Ese día no me hablo. El siguiente tampoco.
Oficialmente mi noviazgo tan precoz y veloz había llegado a su fin.
En mi memoria confusa puedo divisar estar jugando con mis amiguitas del jardín, y que una dijo con aires de grandeza 'Estoy de novia con Facundo Fiorito'.
Otra espada más que traspasaba el grosor de mi alma para que por fin sangrara exhaustivamente para entender lo que realmente era: El novio de todas, el novio de ninguna.
Creo que al pasar unos días ya no me importó más. Pero quedo vigente en mi memoria. Y puedo asegurar que desde ese día comprendí que cuando me lastiman, nunca lo voy a olvidar. Soy una rencorosa y resentida nata, aunque pasen los años y los destinos se muestren más claros, el dolor va a seguir vigente como si fuera actual, aunque ya no lastime. También pude darme cuenta que soy una mujer sumamente enamoradiza, hasta la médula. En mis entrañas siento que existe el amor verdadero, el príncipe azul. Aunque en mi razón únicamente divise la negación.


PD: Si Facundo Fiorito llega algún día a leer esto, me arriesgo a decir que va a pensar que soy una enferma mental, que necesito un psicólogo urgente para superar a un amor fugaz de 5 años. A lo que yo te respondo, queridísimo Facundo, sólo retomo momentos de mi infancia, no significa que hasta el día de hoy siga anhelando dicho amor, tampoco quiero decir que me haya olvidado. Creo que vas a estar presente hasta mis últimos días, pues, mi hermana Bárbara, cada vez que puede me lo recuerda con una risa irónica para fijar en mi autoestima lo fracasada que suelo ser.