martes, 20 de diciembre de 2011

Anne

''Me consta que sé escribir, y yo misma soy mi mejor crítico, y el más duro. Yo misma sé lo que está bien escrito, y lo que no. Quienes no escriben no saben lo bonito que es escribir. Antes siempre me lamentaba por no saber dibujar, pero ahora estoy más que contenta de que al menos sé escribir. Y si llego a no tener talento para escribir en los periódicos o para escribir libros, pues bien, siempre me queda la opción de escribir para mí misma. Pero quiero progresar; no puedo imaginarme que tuviera que vivir como mamá, la señora Van Daan y todas esas mujeres que hacen sus tares y que más tarde todo el mundo olvidará. Aparte de un marido e hijos, necesito otra cosa a la que dedicarme. No quiero haber vivido para nada, como la mayoría de las personas. Quiero ser de utilidad y alegría para los que viven a mi alrededor, aún sin conocerme. ¡Quiero seguir viviendo, aun después de muerta! Y por eso le agradezco tanto a Dios que me haya dado desde que nací la oportunidad de instruirme y de escribir, osea, de expresar todo lo que llevo dentro de mí.
Cuando escribo se me pasa todo, mis penas, desaparecen, mi valentía, revive. Peor entonces surge la gran pregunta: ¿podré escribir algo grande algún día? ¿Llegaré algún día a ser periodista y escritora?
¡Espero que sí, ay, pero tanto que sí! Porque al escribir puedo plasmarlo todo: mis ideas, mis ideales y mis fantasías.''
Ana Frank.


Cuando leí por primera vez ese libro a los 11 años (sí, 11 años) quede anonadada, la perseverancia, el poder de convicción y la pasión que inundaban a los valores de esta pequeña niña me impresionaron a tal punto de releer sus escritos hasta el día de hoy.
¡Me siento tan identificada! Puede que ella sea la que me incitó para volcar en el papel mis fantasías y nostalgias.
Qué poderosos son los deseos, que por más irreales que parezcan, se pueden cumplir. A pesar del hambre, el frío, la corrupción, la desgracia y el dolor que tuvo que sentir con sus escasos 15 años, pudo seguir viviendo después de muerta. Porque sigue viviendo, está vigente en la memoria de todos sus apasionados lectores que la recuerdan (como yo) día a día.
Y vaya, Ana, no llegaste a ser periodista porque la injusticia no te lo permitió. Pero fuiste una gran escritora, ya que tu diario recorrió el mundo y acarició corazones.
Uno de los lugares que me gustaría visitar antes de morir, sería la Casa de Atrás y observar tu estatua. ¡Te admiro tanto! Puede que te admire desde el momento en que llegaste a mis oídos.
Ahora, a seguir tus pasos, a seguir cultivandome intelectualmente para poder lograr todo lo que quiero.

2 comentarios:

  1. esa mujer es increible y totalmente admirable..
    que lindo blog! un saludoooo

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