martes, 11 de mayo de 2010

Buena suerte y... ¿hasta luego?

Es el frío en mis huesos, la ausencia de una llama de calor... Las narices frías, el poderoso silencio y el desierto ante mis ojos. La sed de sueños... sueños derrotados, con un final trágico.
Puedo exponer públicamente que todavía me acuerdo de esas estúpidas noches en la que divagaba mi alma a unos cuantos metros a la redonda. Añado a semejante revelación que todavía mi alma vagabundea una vez a la semana (si es que la suerte está de mi lado) por tu fragancia inmaculada, tan lejana, tan idiota.
Adquirí un cero a la izquierda en aprendizaje durante estos largos meses, un terrible vacío en mis sentimientos y una sonrisa detestable.
Ya nada puede suceder, ya nada espero que suceda. Acepto tal y como es la cruda realidad, descarto cualquier tipo de posibilidad en cuánto a vibras positivas entre nuestros cuerpos, cancelo cualquier tipo de esperanza con y para conmigo.



Pero hay un recelo que guardo dentro... Y es la ansiedad por la cual desaparezcas de la misma forma que entraste a mi vida... SIN DARTE CUENTA. Es la ansiedad a que una vez por todas aparezca el indicado y borre con dulces canciones y una fina guitarra todo el dolor y la decepción que dejaste en mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario