martes, 11 de octubre de 2011

Un farolito en la oscuridad.

Para ser franca tenía una asignatura pendiente, una deuda montada de tierra que había olvidado pagar, un instante de felicidad del que me había privado. Fue algo así como un pensamiento fugaz que se volvió obsesión, pero por esas causalidades, pude concretar la cláusula que impedía hablar con un criterio fundamentado.
Era una noche de primavera, no hacía calor, y éste tampoco se ausentaba notoriamente. La luna desplegaba su mejor silueta, al igual que el río que se bañaba en sus aguas colmadas de grandeza. Apreciaba con detenimiento las caricias que me otorgaba la naturaleza ya que me incomodaban las personas que estaban a mi alrededor. Entre cervezas y chispas de calor, ya se hacía la hora. Y al fin iba a poder conocer las verdades que revelaban los barrios.
Cuando llegué a la puerta, sonaban mis melodías favoritas, saludé por cortesía a los que compartían mi alegría. Y me conduje a la puerta, con cierto temor y excitación. Era algo sumamente desconocido, comparado a los lugares a los cuales solía concurrir con frecuencia.
Me recibió gente que pertenecía a la banda, me recibió su gente. El aire de familiaridad, amabilidad y amistad que flotaba, hacía ceñir las emociones.
La fiesta comenzó como toda fiesta debe comenzar: con alegría.
Me encontraba perpleja, no lo podía creer. Todo lo que se veía, se sentía y se olía, no era el fruto de una productora. Era el producto de la pasión de personas con ideales definidos. Era la lucha constante y real contra la ignorancia y las barricadas que pone el Sistema para que su negocio sea redondo (en base a las cabezas cuadradas que éste quiere crear) . Era la inocencia y la viveza de unos niños echa canción. Era un grito de libertad, de unión y esperanza a través de la solidaridad.

Acá no había ídolos, el cantante no era la estrella principal, no iban a escuchar el último tema que esta de moda, no era un show más. Los ídolos estaban al lado mío, filmando dicho festín, vendiendo panchos, cuidando la seguridads, agitando en el pogo, luchando por un mundo mejor a través del seno de un barrio.
Farolitos es un grito de esperanza, una banda que va a dar de que hablar. Una banda que me dejó fascinada, hipnotizada. Mis ideales estaban plasmados en sus acciones, en sus valores.

¡Qué bueno que sigan existiendo personas con un grado considerable de realismo para así poder apostar por un mundo mejor!

1 comentario:

  1. Sentí algo así yo, la primera vez que los vi. No con tanta pasión, tal vez fue oscurecida porque al salir del Club -luego del recital jaja- nos robaron todo xD. Amo como describís tus sentimientos y como redactás. La vendés lindo jaja.

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