miércoles, 11 de febrero de 2009


Cuándo vi su perfecto rostro, sus ojos brillosos que contemplaban aquel cuerpo femenino. Sentí que mi corazón se dividia en dos. Fue el temor el dueño de mis lagrimas. Me aparté de la multitud, me apoye sobre un escalon desierto. Mis manos rozaron mis ojos, fue allí cuando descubrí que estaba llorando. En mi corazón habitaba la desolación. Temía el rechazo, los celos y la resignación. Todas mis ilusiones se desvanecieron en tan solo una mirada. Fué la acción que impulsaron sus ojos, para que desencadenaran mi angustia. Comprendí el final que nunca obtuvo un comienzo, localizaba mi final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario