martes, 19 de julio de 2011

pequeña verdad.

Estaba todo oscuro. No podía ver más de allá de lo que mis ojos me mostraban. Sabía a donde iba, sabía lo que me encontraría, sabía que pasos dar, sabía que no podía fallar. Sabía tantas cosas que mi mente se alejo de la realidad y el golpe fue en seco. Inesperado. Fuerte. Doloroso. Vislumbre en mi razón que ya iba a pasar. Que todo lo que llega, se va. Y todo dolor, desaparece. Mis lágrimas deseaban encontrar la libertad, pero mi conciencia no las dejó salir. Luego de varios segundos, todo volvió a la normalidad. Sólo quedaron secuencias de aquel impacto que me llevó directo al abismo. Esas secuelas están plasmadas en letras, en letras que forman palabras, que se disparan a la memoria, para no olvidar. El olvido es el suicida de la verdad. ¿Dónde encontraremos a la verdad? Si esta se fue, junto con los recuerdos.

¡Recordemos! Es la única puerta que va a divisar una salida, y ésta va a ser la del aprendizaje.



PD: ¿Inspiración? Intenté ir a la cocina en busca de un vaso de agua en una plena oscuridad y mi cabeza se vio plasmada en la puerta. Posiblemente se me hayan acomodado las ideas a raíz de dicho golpe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario